miércoles, 8 de abril de 2009

Ensayo sobre cartas de la conquista de América

Los conquistadores españoles vieron América como un lugar de esperanza y de posibilidades; tanto para rehacer sus vidas, como para enriquecerse gracias a la vasta generosidad de sus tierras. Al ir adentrándose en la Conquista, fueron dándose cuenta que esta tierra de oportunidades debía ser conquistada persuasivamente, ya que los indígenas de algunas zonas americanas les presentaban una dura defensa. Pese a que esto no consumió el ideal de volverse ricos en estas tierras, el conflicto militar con los indios les afianzó el deseo de fama y gloria, como un logro más “seguro” que el oro. Es por eso, que en las diversas cartas enviadas por los conquistadores españoles a sus familiares, ponen especial ahínco a que se les concedan menesteres, títulos e incluso gobernaciones, y apelan a los familiares para que intercedan por ellos ante el Rey. Incluso Valdivia, al comienzo de su carta, le expone al Carlos V su necesidad de que se le otorguen mercedes por el trabajo realizado en la conquista de Chile.

Las peticiones más requeridas, y por tanto, más generalizadas son de mercedes y títulos diversos. En la mayoría de los casos se pedía que estos títulos fueran hereditarios, para así mantenerlos a través del tiempo en la familia. Petición que apela directamente a un deseo de glorificarse tanto al conquistador en sí, como a su parentela; y así, mantener este “status” a través del tiempo.

Melchor Verdugo escribe: “Con el que la presente lleva embio de pedir a su magestad ciertas mercedes entre las cuales le inibio a pedir que me haga merced de los indios perpetuos para mi y para mis herederos también inbio a pedir una conducta de capitán del rey y un regimiento, perpetuo que tengo del gobernador y es menester que su majestad lo confirme también soy alguacil mayor…..”[1]

Otro punto interesante (que sin dejar de salirse de la idea de buscar títulos para obtener respeto y gloria) se centra en una petición más específica y por qué no decirlo, más ambiciosa. Es el deseo de obtener el llamado “hábito de Santiago”. Aparte de ser un título de caballería que les proporciona fama, está ligado a lo espiritual, lo que deja entrever el espíritu religioso imperante en los conquistadores españoles; y así, el deseo de reconocimiento tanto social como espiritual de la época.

En la carta a su madre, Melchor Verdugo le solicita que interceda por él para que le otorguen el hábito de Santiago: “también querria enviar a pedir un avito de Santiago a su magestad; dicenme que es menester estar yo presente o al menos ynbiar una probança…."[2]. Petición que también es requerida por Rodrigo Orgoñoz: “Yo tengo que enviar á suplicar á Su Majestad me haga merced del hábito de Santiago…”[3]

Ésta investidura, por cierto, era una de las más codiciada por los conquistadores, puesto que Santiago es el protector de los peregrinos, y además, era una de los órdenes más antiguas en esa época. Se infiere por tanto, que la integración a la orden de Santiago, tenía una valoración social importante; ya que en la época en que se escriben las cartas, la Orden estaba integrada a la Corona Española, y era el mismo Rey quien decidía a quién otorgar el hábito.

Se puede concluir, que las cartas denotan un deseo particular por obtener títulos importantes y decidores del rango social que planean adquirir. Se deja ver que el asunto monetario los tiene intranquilos, y su mayor preocupación es conseguir sus mercedes, y junto a esto, el bienestar de su familia en España. Pese a que la cultura popular le adjudica a los conquistadores una ambición desmesurada por el oro y la riqueza, se puede ver  mediante las cartas, que se dejan ver como personas que más allá de la materialidad buscan la trascendencia de su nombre. Es por tanto, que el conquistador español se muestra como un ser ambicioso en su aspecto personal y proyectivo; no tanto así como un ser obseso por la riqueza material; lo que le adjudica una perspectiva bastante más “humana” de lo que estamos acostumbrados a oír.

M.J. Cumplido

Ensayo realizado el 2007 en el curso "Historia de América y Chile siglos XV-XVI" con el académico Ricardo Couyoumdjian



[1] “Carta de Melchor Verdugo a Mariana Olivares Trujillo, 7 de Diciembre de 1536”

[2] “Carta de Melchor Verdugo a Mariana Olivares Trujillo, 7 de Diciembre de 1536”

[3] “Carta de Rodrigo Orgoñoz a Juan Orgoñoz, su padre, Jauja, 20 de julio de 1534”



3 comentarios:

  1. Me queda rondando la pregunta: ¿no es acaso necesario problematizar la carta como formato de escritura? Al mismo tiempo, en muchos casos no son los conquistadores quienes escriben, de ahí que se adopten ciertas formas escriturales en vez de otras. Es interesante ver la expansión en América desde el punto de vista de la gloria, pero no pueden dejarse fuera al menos dos aspectos:
    - la fama, el oro y la evangelización funcionan como distintos niveles de un proceso más amplio
    - ¿cuál es el lugar de la 'búsqueda de gloria' en el proceso más grande de creación de un individuo moderno? ¿son los conquistadores propiamente 'individuos' como lo entendemos hoy?

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  2. Mira tu... entré hoy por pura casualidad y tras leer el ensayo me hice preguntas muy parecidas a las de M. Sobre todo en relación al formato carta ¿Qué pasaba con estas misivas? ¿Cómo se pone en jaque la institucionalidad a la que unicamente se puede acceder mediante correspondencia en contraste con el mundo real de america latina? y aún más metalingüistico ¿Qué es una carta comprendida bajo los patrones coloniales y como se puede establecer un contrapunto o una visión paralela con la actualidad?

    Beso.

    PD: muy formal niña... (lease en tono ascendente)

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